Publicado por Francisco Fuentes Siminiani

A propósito de la pasada celebración, analizamos el significado de la madre en la Cábala

A tenor de este vídeo de Mohammad Reza Kheradmandan, que me ha enviado hoy mi madre para celebrar “su día”, me he decidido a escribir sobre la figura materna, desde la perspectiva de la Cábala.

Tal como dice Michael Laitman, eminente cabalista, la madre es la persona que, ya desde el embarazo y a lo largo de toda nuestra vida, nos nutre y nos da amor incondicional; de la madre recibimos el alimento y protección suficientes para sobrevivir.

La madre es la persona que, ya desde el embarazo y a lo largo de toda nuestra vida, nos nutre y nos da amor incondicional

Michael Laitman

El arquetipo de la madre está representado en el árbol de la vida cabalístico por la dimensión de Binah, la tercera de las diez sefirot (esferas) que configuran las dimensiones del Ser. En Binah se condensa la energía y el tiempo en forma de materia; es, de hecho, la forma del nivel superior a la que podemos aspirar desde nuestra faceta humana sin perder nuestra condición física, pues se dice que los otros dos niveles (Chokmah y Kether) del Mundo de las Emanaciones (Atizluth) no es posible experimentarlos en su totalidad si estamos apegados al cuerpo humano, tal es el potencial energético que suponen. Así pues, es gracias a Binah que podemos tener una conciencia superior sin perder la noción de pertenencia a la condición humana.

Aunar lo terrenal y lo divino es algo que, a priori, puede parecer inverosímil; sin embargo, es fácil de comprender cuando se presencia el milagro de un nacimiento. Qué difícil es reprimir las lágrimas cuando vemos la maravilla que supone dar a luz a un bebé. Aunque como hombre no me ha sido dado el don de concebir una vida, la sola imagen de ver un parto, incluso a través de una pantalla, me llena de gozo y satisfacción. En esos momentos nada resulta más importante que la belleza que entraña un nuevo Ser que llega al mundo, eclipsando toda la atención a su alrededor. ¡¡Cuán grande ha de ser la dicha de una madre en ese instante!!

Me inclino a pensar que ese debe ser el motivo por el que Binah, regida por Saturno, encarne el instinto de conservación y protección, como arquetipo de la madre cósmica. Es gracias a esta función materna que nos alimenta y nos posibilita la supervivencia en el mundo que podemos crecer y adquirir autonomía progresivamente; de Binah tomamos fuerza para sentirnos seguros, discriminando aquello que nos hace bien de aquello que no nos conviene; la posición de Binah en el árbol de la vida se ubica entre la tríada de la conservación y la iniciática, jugando en ella un papel fundamental la prudencia y la responsabilidad; es por eso que Binah gusta de evaluar los riesgos y tiene un carácter más bien conservador, igual que la madre que se preocupa por su hijo cuando va a jugar a los columpios. 

Foto: Shashank Sahay

De Binah tomamos fuerza para sentirnos seguros, discriminando aquello que nos hace bien de aquello que no nos conviene

Cuando se habla de función pasiva del pilar de la izquierda en la Cábala nos referimos a esa certeza que proporciona Binah de estar “a salvo”, lejos de cualquier miedo… En términos energéticos hablaríamos de la energía yin, más orientada a la interiorización y a garantizar la integridad de uno mismo; esperar a “recibir” requiere, obviamente, mayor paciencia que “dar” y ahí es donde Saturno nos asiste, confiriéndonos la propiedad de saber aguardar pacientemente a que las cosas lleguen (cuando tienen que llegar) sin forzarlas, con la inteligencia de quien sabe esperar y entiende que todo requiere su tiempo.

Pero como no todo es armonía y paz en la faz de la tierra, cuando esta esfera de luz acoge la oscuridad, puede ocurrir que Binah se contraiga en exceso, abusando de su función protectora. Es aquí cuando pueden surgir las madres devoradoras de las que hablaba Winnicot, en aquellos casos en que la función materna está tan desarrollada que la madre se vuelve sobreprotectora, provocando el bloqueo del sendero 6 (los amantes) que conecta con Tiferet (la dimensión central, como arquetipo de la Identidad del Ser).

Se pueden entonces detectar ciertas dependencias excesivas hacia la madre, incapacidad para elegir o renunciar o desarrollar apegos que imposibilitan vivir con libertad. Un “exceso” de madre, por así decirlo, redunda pues en un afán patológico por recibir, descompensando así a la persona, que se puede volver avariciosa y poco abierta al mundo.

Equilibrar la función materna con una saludable función paterna se antoja necesario en estas situaciones, ya que en el término medio es donde se encontrará la virtud, ni en demasía, ni con carestía… A esto es a lo que vendría a denominar Winnicot como una madre “lo suficientemente buena (y mala)”.

Un “exceso” de madre, por así decirlo, redunda pues en un afán patológico por recibir, descompensando así a la persona, que se puede volver avariciosa y poco abierta al mundo

Me gustaría mencionar, por añadir una idea más a este tema (del que habría mucho más que hablar) cómo transformamos nuestra visión de la madre a lo largo de la vida; diría que esto mismo también ocurre con Binah, como pasa con Saturno, que, tras su primer ciclo de 29 años, nos hace ver el mundo de manera más pausada y estable. A mí, al menos, con mi madre me pasa eso, que a medida que crezco, voy aprendiendo a convivir con ella en la distancia que necesito, ni muy cerca, ni muy lejos, como si en lugar de buscar su consejo, me hubiera enseñado ya tanto con su ejemplo, que esa facultad de evaluar los riesgos de la vida se me hubiera impregnado dentro de mí. ¿Será que a medida que evolucionamos vamos desarrollando más esa función saturnina?

En todo caso, mamá, deseo que sigas siendo por muchos años el pegamento de la familia, y aunque no me gustan los días comerciales que conmemoran eventos, debo reconocer que siempre está bien que haya un Día de la Madre, para recordarnos de dónde venimos…

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